La Adicción de los Jóvenes a la Tecnología
Juan M. Madrigal Miranda
Cada vez se ve más gente, especialmente jóvenes, caminando por las calles, escuchando música con audífonos, distraídos, su mirada es un tanto vaga. El mensaje de su actitud es que disfrutan mucho, que tienen dinero para comparar y que están a la moda. Hay algo de dramático e insano en este fenómeno pues andan en otro mundo, caminan sobre las nubes creadas por los anuncios comerciales; si uno toca la puerta de su cabeza no sale nadie. Son personas teledirigidas, balas perdidas.
Desde la invención del hierro, especialmente para producir armas, hasta las bombas nucleares, largo ha sido el camino de la tecnología. ¿Qué es la tecnología? Es un medio para hacer cosas y lograr ciertos fines con ellas. Estos fines pueden ser sanos o insanos pero lo que es invariable es el hecho de que los materiales para hacer estos objetos provienen de la naturaleza. Así, la tecnología no es neutral, confecciona produciendo efectos ambientales y sociales.
La gente pronto descubrió que podía dominar y explotar a otros, y encontrar cierto sentido de vida en el consumo abusivo de objetos y personas (hedonismo), usando y esclavizando, pero no se dio cuenta fácilmente que ese sobreconsumo y sobreestimulación sensorial le crearía un agujero en el alma, un vacío existencial, que a su vez le generaría otra terrible enfermedad, una adicción, es decir, un estilo de vida autodestructivo.
Una adicción es una enfermedad de la voluntad y de las emociones, y que si no se sana es progresiva y mortal. La adicción puede ser a una substancia, persona, creencia, circunstancia, experiencia, relación, grupo u objeto. En sí, no hay substancias ni objetos malos, el error está en la forma de usarlos y relacionarnos con ellos.
La persona adicta sufre de una neurosis obsesivo –compulsiva. Sus pensamientos son obsesivos y su conducta es compulsiva. La compulsión es un ansia psicológica y física que distorsiona al razonamiento. El pensamiento adictivo antecede a la fijación a una substancia en particular y se genera debido a una autoimagen deformada e ilusoria que produce delirios de grandeza, por eso el adicto es ingobernable, narcisista, soberbio, inmaduro. Cree que su propio ego es Dios, se autoencierra. El adicto usa drogas para excitarse, para sentirse “normal”, consolarse o anestesiarse pues no sabe estar sereno consigo mismo, no se conoce ni se aprecia.
Además de la baja autoestima, las adicciones implican negación, racionalización, proyección, confusión, miedo a nuevos hábitos creativos y sanos. Ve a la vida natural, sencilla, como gris y sin sabor, siempre quiere más y más intensidad, adrenalina, busca insaciablemente “algo más”, este “algo más” es el vínculo imaginario que lo hace alucinar que drogándose “está bien”. Esta insaciabilidad y confusión se debe a que su yo no tiene un centro fuerte, energetizado por un noble y trascendental sentido de vida como el servir a su comunidad y prójimo próximo; extraviado, se desprecia e ignora a sí mismo, no ha descubierto su imagen y semejanza con Dios, desconoce su propia maravilla.
Como la sociedad actual anda de cabeza, enferma, se da el absurdo de que las drogas más usadas son las drogas legales: alcohol, nicotina, los medicamentos, TV, celulares, ipods, computadoras, videojuegos, etc. Estos aparatos bien usados son una maravilla pero su abuso los transforma en un terrible veneno.Todos estos electrónicos son producidos por los países que históricamente han sido los más violentos, abusivos, colonizadores, explotadores y consumidores del mundo, y obviamente, las naciones con más adictos a drogas legales e ilegales, como USA, Inglaterra, la ex Rusia, Alemania,Japón, Francia, y ahora China enfilándose hacia ese estilo de vida necrófilo pues basan su vida en el tener en vez del ser plenamente humanos; en la apariencia en vez de las virtudes, en la comunicación virtual en vez de diálogo personal, cara a cara.
Existe un inmenso tráfico ilegal de desechos tóxicos de los objetos electrónicos, va de los países muy ricos a las costas y mares de los países pobres, de la noche a la mañana aparecen miles de contenedores con residuos peligrosos electrónicos, radiactivos incluso. Y es evidente que las ganancias de las ventas de tecnología de punta que hacen estos países superindustrializados, en última instancia va a parar a la fabricación de armas para sostenerse en el poder a sangre y fuego como potencias neocolonizadoras dueñas de los mercados.
La esencia de la cura de una adicción siempre es el despertar espiritual, alejarse del materialismo, desinflar al ego, recuperar la buena voluntad, la salud física y mental, aprender a amar maduramente, ser virtuosos, la sobriedad emocional, y comprometerse con todo lo que sostiene la vida sana y la alegría de vivir, luchar por la justicia social, descubrir lo extraordinario de lo ordinario, hacer lo pequeño cotidiano con gran amor.
Hay que caminar en los jardines, parques, bosques y selvas, llevar allí a los jóvenes, especialmente, y enseñarlos a apreciar y a proteger esas maravillas. Solo se aburren de lo sencillo y natural los que no saben quienes son ni donde están, no han descubierto el milagro del aquí y ahora no conceptual que no deja de manar…
(ecocentrojm@gmail.com, www.uruapanvirtual.com/ecocentro-del-cupatitzio)
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