Falleció el maestro muralista, Alfonso Villanueva Manzo. Michoacán le rindió tributo en vida con las preseas Melchor Ocampo y Eréndira.
Sus restos mortales serán velados en Funerales Tapia, en Manuel Pérez Coronado 51, en el barrio de La Magdalena, a partir de las 22:00 horas.
Alumno de Alfredo Zalce y Manuel Pérez Coronado en su juventud, se graduó como maestro plástico, durante una trayectoria profesional y de vida, tan asombrosa como su obra.
Uruapan, Michoacán.-Víctima de una caída que resultó ser fatal, falleció esta tarde en su casa de Uruapan, el maestro muralista, Alfonso Villanueva Manzo.
Alfonso Villanueva, durante su juventud, fue alumno de Manuel Pérez Coronado y de Alfredo Zalce, pero sus habilidades plásticas lo hicieron graduarse como un artista maduro y ampliamente reconocido.
Sus restos mortales serán velados en Funerales Tapia, en Manuel Pérez Coronado 51, en el barrio de La Magdalena, a partir de las 22:00 horas.
El deceso fue ratificado por el cronista, Sergio Ramos Chávez, quien informó que Alejandro Villanueva, el hijo del ahora finado artista, confirmó la triste noticia.
El maestro Villanueva
Hijo adoptivo de Uruapan, el galardonado en el 2014, con la presea Melchor Ocampo y en el 2023 con la presea Eréndira, Alfonso Villanueva Manzo, dejó su huella en esta ciudad a la que llegó a los 16 años.
Sus Murales monumentales hablan de sus ideas y su percepción del mundo.
Su obra en Uruapan es más conocida que el autor mismo, porque las más famosas pueden ser apreciadas desde hace casi 20 años, por miles de personas.
Se trata se trata de los murales de mosaico que están en la zona que aquí se conoce como La Quinta, en donde expone el legado de la civilización P’urhépecha por su cara oriente y la invasión con violencia y religión, engrandeciendo la figura de Vasco de Quiroga, por el lado poniente.
Fue autor de otro mural de gran formato en la facultad de Agrobiología, Presidente Juárez y un mural en homenaje a Hidalgo, se luce en la escuela preparatoria Lázaro Cárdenas también de la Universidad Michoacana.
Muralista alumno de Mapeco y Zalce
Cuando llegó desde Zamora a Uruapan y se inició en las artes plásticas, 16 años tenía el maestro Alfonso Villanueva Manzo, quien se ha dedicado últimamente a realizar murales en mosaico.
Aunque uno de ellos, elaborado en esta ciudad fue destruido, hace poco, se preserva otro de 100 metros cuadrados en la Facultad de Agrobiología Presidente Juárez.
Sobre esta obra que realizó, teniendo a su hijo Alejandro Villanueva como colaborador, explicó que la técnica fue mosaico o cerámica y que “el proceso de realización de este material es de cocimiento a alta temperatura y eso es lo que nos garantiza mayor durabilidad al exterior, por eso se mete uno en éstas broncas. Es lo que más aguanta, porque la pintura no”.
Durante una entrevista cuando trabajaba en el mural de la facultad de Agrobiología indicó que “la pintura al principio queda bien, pero luego se ensucia, se decolora o se mancha, mientras que el mosaico se puede lavar y siempre se puede tenerlo igual que recién hecho”.
Como prueba de ello evocó que en el 2009 “fui a retocar un mural que hice hace más de 20 años en la biblioteca de la Universidad de Culiacán, Sinaloa, allá en C.U. y vimos los colores rojos que están íntegros, aunque el sol en la tarde le pega. Eso me dio la seguridad de que el color así cocido es la mejor garantía de durabilidad”.
Otra prueba de sus afirmaciones son los murales de La Quinta que en este 2025 cumple 30 años.
Su mural más reciente en esta ciudad, el de la facultad de Agrobiología, refleja “la ciencia al servicio del hombre, de la naturaleza y se ven dos aspectos diferentes, la investigación de campo y la de laboratorio; las áreas que maneja La Facultad, los aspectos de los paisajes de la Tierra Caliente, la Tierra Fría y los productos de cada región”.
Por lo que toca a otros murales en esta ciudad de su autoría, recordó que están los dos de La Quinta y otro en la escuela Preparatoria Lázaro Cárdenas.
Explicó que acaba de hacer uno “en una casa particular, en la del doctor Serna, sobre el tema de los hortelanos. Claro que es mucho más chico, porque está en la parte interior que de una vivienda; hay otro de una empresa aguacatera en la salida a Capacuaro y otro más con sentido decorativo en otra empresa rumbo a San Juan”.
Deploró que había otro “que se acaba de borrar. Estaba en una casa. El tema era Ernesto Che Guevara como médico y revolucionario, pero el propietario falleció y sus herederos sin avisar lo destruyeron. Me hubiera gustado saber si no les gustaba. Se pudo haber modificado y enviado el original a alguna institución”.
Su famosa y excelsa pintura los bañistas, que se localiza en la cafetería La Pérgola (la original, no la burda copia), también fue destruida.
Sobre su trayectoria rememoró: “Yo empecé aquí en Uruapan en 1957. De aquí me fui a Morelia. Estuve 5 o 6 años con el maestro Alfredo Zalce y luego me fui a México, donde duré como 35 años”.
“Llegué a los 16 años aquí a Uruapan. Era un pueblito de 65 mil habitantes. Sus límites eran de La Quinta a la Estación del tren; del panteón a la Charanda, eso era Uruapan esencialmente”.
Sobre los cambios de esta ciudad ahora irreconocible, comparada con lo que fue opinó que “en unos aspectos hemos ido ganando y en otros no. El clima está cambiando. Tanto bosque tirado y tanto pino perdido. El progreso trae otras catástrofes. Ayuda de una forma y de otra nos perjudica”.
En esa ocasión, en medio de la plática, entre el polvo producido por el corte de los azulejos, el maestro Villanueva rejuveneció entre los recuerdos y de repente fue fácil imaginarlo en medio de los vástagos que producen plátano con semilla, observando un río que ahora es un inmenso drenaje; al lado de un joven Manuel Pérez Coronado y un sonriente Alfredo Zalce.
Tal vez los años le hayan pintado de blanco el cabello, como el polvillo fino del azulejo, pero su mente y su percepción del mundo era vívida, como los colores perennes de sus murales en mosaico.

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