El gran maestro de las Brigadas contra Fuego Forestal en Michoacán: Carlos Mora Navarro

El veterano guerrero de fuego ahora enfrenta batallas que tienen que ver con su salud




Por, Juan M. Madrigal Miranda

Hoy, primero de mayo del 2022, después de otro gran incendio muy cerca de Uruapan, Mich., como ya es usual en este territorio, en Michoacán y el país, aún huele a humo debido a un reciente gran fuego forestal. Afortunadamente la pronta respuesta de las brigadas que combaten estos tremendos fenómenos, y la buena coordinación estatal permitieron controlar el incendio después de una ardua, inteligente y valiente labor por muchas horas, de día y noche, y esquivando balas de pillos.

 Esta noble acción de jóvenes brigadistas tiene un interesante antecedente histórico, la Escuela Nacional Militarizada de Guardas Técnico Forestales y de la Fauna, hoy llamada CECFOR No.1 (Centro de Capacitación Forestal), y la vida de Carlos Mora Navarro, querido amigo.


Carlos nació en Uruapan en 1959, creció en el Barrio de Santiago, muy cerca de la barranca del río Cupatitzio, de su Parque. Entró a la Secundaria ESFU 1, la cual está ubicada al pie del cerro de la Cruz, el hermoso protector ambiental de Uruapan, hoy sufrido espacio por la presión urbana y oscuras ambiciones e inconsciencia.

 La belleza del Cupatitzio y este cerro lo cautivaron y definieron su vocación forestal. Así entró a los 15 años de edad al CECFOR. Esta escuela de gran importancia nacional (vienen estudiantes de casi todo el país), -nos dice,  lo marcó con dos nobles valores humanos: el amor incondicional al bosque, y la disciplina hacia un noble ideal. El servir al bien común, humano y a toda la biodiversidad, el sentido del honor, orden, y la perseverancia, como agua viva anidaron en su vientre y espíritu.

Carlos se hizo profesor del CECFOR, precisamente de la materia “Incendios Forestales”, y de “Disciplina Militar”, sellos de su fuerte e interesante persona (gentil y cinta negra en Tae Kwan Do).  Para esto ya se había capacitado ampliamente en combate de incendios y formas militares moldeadoras de la personalidad. Se hizo trabajador de la SARH, la cual se convirtió en la SEMARNAT.



Carlos recuerda con admiración al Ing. Salvador Hernández Diosdado, egresado del CECFOR, quien le dio un gran impulso nacional a esta escuela y mejoró su infraestructura física.

  La labor de Carlos como docente en el CECFOR por 10 años la realizó sin cobrar. Se jubiló en el 2021 de la CONAFOR, donde estuvo 40 años como combatiente experto de fuegos forestales, lo cual le apasiona, y repite constantemente: “Es mejor prevenir incendios que tratar de apagarlos”, y que ésta prevención implica tres tareas: lo cultural (hacernos responsables de nuestro ambiente), lo físico (actividades de campo, como combatir plagas, hacer líneas cortafuego, saneamiento, etc.), y lo legal (dar a conocer la Ley, y aplicarla).

Nuestro apreciado amigo a quien conozco desde hace más de 35 años, y con quien nos encontramos muchas veces en las veredas del cerro de la Cruz, está casado desde hace 40 años con la gentil Sra Ma del Refugio Bermúdez Plancarte, del Barrio de San Miguel (comunidad indígena dueña en gran parte del cerro de la Cruz). Tienen dos hijos, Erick y Carlos. Matrimonio que irradia gran amor mutuo.

Carlos es un místico de la naturaleza y del fuego, conoce muy bien este elemento, lo admira, respeta y lo pone en su lugar, dialogando con el,  pues es vida y muerte a la vez. Me recordó el papel del fuego como deidad en muchas culturas del mundo entre ellas la purhépecha, adoradores de Curicaveri: el padre fuego.

Carlos es educador de cientos de brigadistas guardabosques, es su ejemplo, realmente admirable por su nobleza como ser humano, conocimiento, sabiduría, valor y servidor incondicional del bien común, de humanos, árboles, animales y manantiales. Carlos ha tenido dos operaciones del corazón en los últimos años. En sus ojos verdes se miran exuberantes follajes, verdísimos, esmeraldas vivas…





Antes de despedirme de la visita que le hice, nos recordó algo crucial en estos tiempos de intensa violencia hacia las personas, naturaleza y ambiente, nos dijo: “La naturaleza es la vida…somos una gran familia con los humanos, árboles, animales, rocas,,. y con toda la biodiversidad…”. Nos dimos un abrazo, y me fui a ver cómo iba el incendio al sureste de Uruapan, el último bosque grande que le queda en esta dirección…



 


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